Testimonios

Autobiografia María Jesús

Era un caluroso miércoles 21 de noviembre de 1991 y mi mamá Andrea se encontraba en la Clínica Santa María junto a mi papá Gonzalo, esperando impacientes entrar al pabellón donde yo nacería, afuera se encontraban mis tías y mi abuela.
A las 9.30 horas vine al mundo, pesando 2 kilos 730 gramos y midiendo 48 cm. Mi papá estaba tan contento que salió gritando que yo era una hermosa niña y que mi nombre sería María Jesús.
Mis padrinos fueron una hermana de mi papá, mi tía María Elena y su marido, mi tío Juan Carlos.
Los primeros meses de mi vida fueron muy placenteros (para mí), ya que mi mamá me contó que tenía el sueño cambiado, por lo que dormía todo el día y en la noche estaba bien despierta.
Vivíamos en el centro de Buin, pueblo donde nacieron mis padres. Nuestra casa quedaba sólo a dos cuadras del trabajo de mi papá, lo que era un agrado, ya que cada vez que podía se escapaba para verme y tomarme en brazos y regalonear conmigo. Él tiene un supermercado, se llama La Estrella, tiene un horario bien largo ya que trabaja hasta los domingos.
En esa época mi mamá trabajaba en Santiago en una empresa que se llama Xerox y a mí me cuidaba una nana y mi abuela Helia o mis bis-abuela Luisa, que era muy buena y me quería mucho.
En mi casa éramos cuatro personas: mi mamá, mi papá, mi hermana Macarena y yo. La Maca tenía 6 años cuando yo nací.
Fui creciendo rodeada de mucho amor, fui bien regalona de todos, sobre todo luego que a los tres meses de nacida me detectaron displasia de caderas, por lo que tuve que usar un cojín ortopédico hasta los 10 meses de vida.
Eso no impidió que a los 12 meses justos estuviera caminando y corriendo por todos lados y pudiera disfrutar de mis primeras vacaciones, que ese verano de 1993 fueron en La Serena, y estuvimos 2 semanas pasándolo muy bien.
Ese verano mi mamá nos dio la noticia de que estaba esperando guaguita y que ahora seríamos cinco personas en la familia. Y si Dios quiere mi hermano nacería en Octubre de ese año.
Transcurrieron los meses y yo lo pasaba muy bien jugando con mi hermana Macarena, ya que dormíamos en la misma pieza y me prestaba sus juguetes a veces, ya que yo tenía otros gustos. A ella le encantaban las Barbies y yo prefería cualquier cosa que fuera una pelota.
Me contaba mi mamá que la Maca no me tenía paciencia, ya que yo no hablaba y no seguía las instrucciones que ella me daba.
Tampoco la seguía cuando jugábamos a bailar, yo sólo la miraba e imitaba sus movimientos y si la música se terminaba, yo seguía bailando.
Para mi mamá resultó muy extraño y empezó a observarme y a poner atención en mi comportamiento. Primero pensó que yo tenía un déficit atencional, ya que una prima mía, la Javiera, lo tiene y yo me portaba muy parecido a ella.
Mi mamá pensó que sería mejor saber qué era lo que me pasaba y junto con mi papá decidieron empezar a descartar cualquier problema. Fue entonces que empezaron por llevarme al otorrino.
Fui con mis papás y mi abuela Nena. Ella siempre ha estado con nosotros en todas. Me entraron a una sala muy chica y me pusieron unos fonos en las orejas, estuvieron mucho rato repitiendo el examen.
Unos minutos más tarde el doctor le contó a mis papás que yo sufría de una pérdida auditiva importante y que se requerían más exámenes para saber qué grado de sordera yo tenía.
Ahí quedaron mis papás y mi abuela, sin entender nada tratando de asimilar lo que el doctor le estaba contando. En ese momento mi mamá tenia 5 meses de embarazo y el otorrino le dijo que lo más probable era que la guagua que esperaba también sufriera de lo mismo.
El viaje de vuelta a casa fue muy silencioso y la mamá trató de concentrarse en lo que tenía que hacer para ayudarme. Primero vinieron varios exámenes para ver cual era la pérdida. Tres días más tarde le dijeron a mis papás que mi sordera era la mas profunda y lo más probable era que yo no podría hablar nunca y que tendría que aprender el lenguaje de señas. Yo tenía 1 año y siete meses de vida.
Me contaron que mis papás no se conformaron con la idea de que yo no aprendiera a hablar y empezaron a averiguar cuál era la mejor manera de rehabilitarme. Toda mi familia estuvo con nosotros en esa tarea hasta que una hermana de mi mamá, la tía Marlene, encontró un lugar que se llama Centro de Audición y Lenguaje Comunica.
Lo primero que hicieron mis papás fue comprarme unos audífonos súper potentes y luego me llevaron al Comunica donde les dijeron que con mucha paciencia, dedicación y sobretodo amor, podrían lograr que yo me conectara a los sonidos.
Ahí empezó todo mi entrenamiento. Le enseñaron a mi mamá cómo tenía que jugar conmigo y que lo hiciera lo más seguido posible.
Me asignaron una educadora que trabajaba conmigo tres veces a la semana, la tía Francisca, ella me acompañaría varios años de mi vida, ella me enseñó a oír.
Luego de 2 meses de clases mi mamá estaba trabajando conmigo en el Comunica, era una clase de títeres y la tía Francisca hizo una figura de payaso para mí, para que siguiera jugando en mi casa.
Era el viernes 1 de octubre de 1993, ese día era el cumpleaños de mi hermana y en mi casa se encontraban mi abuela Nena y primos y tíos para celebrarlo.
Yo le mostré el títere de payaso que la tía Francisca me había hecho a mi papá y quería jugar con él. Me contaron que yo tomé el títere y lo moví con mi mano saludando, luego de repetir esto salió de mi boca algo parecido a un HOLA!!!, creo que fue como un OBBA…, todos saltaron de alegría, ya que era la primera vez que hablaba y esa palabra era como el saludo para mi familia para decirles ¡AQUÍ ESTOY!!! Esa noche nos fuimos todos a un restaurante a celebrar el cumpleaños de mi hermana y mi primera palabra.
Durante los dos primeros años de mi tratamiento, tenía que viajar a Santiago, era una lata andar tanto rato en auto, pero no había otro remedio. Mis clases eran de una hora y duraban hasta el último día de enero.
Pero en Febrero salíamos de vacaciones, generalmente al Sur, ya que a mi papá le encanta pescar y nos ha enseñado cómo se hace y también nos ha enseñado a cuidar de la naturaleza.
El 21 de Octubre de 1993, nació mi hermano Gonzalo, el primer hombre de los hermanos, yo estaba contenta, ya que seríamos más para jugar.
Junto con las clases en el Comunica, mi mamá se enteró que en Cuba estaban haciendo un tratamiento medio raro para tratar la sordera. Este consistía en poner un oxígeno en mis células para reactivar las que se estaban muriendo, que en el caso mío eran las del oído.
Yo creo que mis papás hacían todo lo que estuviera a su alcance para ayudarme y entonces decidieron llevarme a Cuba para someterme a ese tratamiento.
Estuvimos 1 mes en la Habana, solos los tres, mis hermanos se quedaron en la casa con la abuela Helia, que es la mamá de mi mamá. Teníamos que ir todos los días a la clínica Cira García, por un rato bien corto.
El doctor que me atendió se llamaba Ernesto Basabe y es otorrino, era muy cariñoso con nosotros, nos invitó a su casa y su esposa nos llevó a conocer la ciudad y la realidad de su gente. Los cubanos son muy pobres, pero siempre andan contentos y les gusta compartir lo poco que tienen.
Como estuvimos tanto tiempo e el hotel, ya casi todas las personas que trabajaban ahí me conocían y me saludaban. Me pusieron un sobrenombre que nunca me voy a olvidar “la candela”. Cuando me veían por ahí, me decían ¡hola mi candelita!, por lo traviesa.
La verdad es que lo pasamos bien porque me sirvió para conocer Varadero y bañarme en un mar delicioso. No sé si el tratamiento sirvió de algo, pero mal no me hizo.
Igual mis papás extrañaban a mis hermanos y lo único que querían era volver.
Cuando mi hermano cumplió los 2 años nos pusieron juntos en el mismo jardín infantil, teníamos que ir en la tarde, ya que yo en las mañanas estaba en clases en el Comunica y salía a las 12:30.
Luego nos cambiamos de casa para Alto Jahuel, era una casa un poco más grande y con más jardín, estaba más cerca de mis primos. Recuerdo las pascuas en mi casa junto a mi familia, con muchos regalos, pero sobre todo me acuerdo de la pascua cuando yo tenía 4 años, ya que fue la última navidad que pasé con mi bisabuela. Yo le decía mamá Luisa, en enero ella se murió, yo la quería tanto, todavía me acuerdo de ella y la extraño.
En ese tiempo yo había progresado un poco más en mi lenguaje y reaccionaba a algunos sonidos, a mi mamá la llamó un periodista para entrevistarla, ya que les parecía interesante el nuevo método auditivo oral que usaban conmigo.
Así fue como salí por primera vez en una revista, era la revista Qué Pasa y el reportaje fue muy bonito y todos me felicitaron.
Unos meses después salí en la revista CARAS y en un reportaje de la televisión en el Mega.
Esto de ser sorda me hizo famosa dentro de mi grupo.
Me gustaba mucho las clases de la mañana, ya que tenía varios amigos sordos como yo, me acuerdo de la Claudia Miranda, que vivía en San Bernardo y se iba todos los días con nosotras en el auto. También me acuerdo de Ignacio Jara, Simón Valdés…. y de Carolina Sanshis, que era argentina y era muy simpática.
Lo que más me acuerdo cuando era chica es de mi primo Guillermo, hijo de una hermana de mi papá, él ha sido mi mejor amigo hasta hoy. Cuando teníamos como 4 años, él siempre me conversaba, aunque yo no le contestara nada. Un día íbamos en el auto con nuestras respectivas mamás y él me miró a la cara y me dijo: Jesús yo sé que algún día tu me dirás ¡hola Guillermo! ¿cómo estás? El siempre me ha tenido paciencia y ha tratado de que yo le entienda; es muy bueno conmigo.
Los primero años de mi vida pasaron entre el Comunica, mi casa y la casa de mis primos Guillermo y Amanda, que viven al lado de mi abuela Nena. Todos los domingos nos juntamos hasta el día de hoy y lo pasamos muy bien, sobre todo en el verano.
Cuando cumplí 5 me hicieron una gran fiesta, vinieron todos mis primos (tengo ocho) y todos mis amigos del Comunica.
Fue especial porque era el último año que estaríamos juntos con mis amigos sordos, ya que el año siguiente tendría que ir al Colegio.
Para mis amigos mi casa era bien entretenida, ya que en ese tiempo nosotros vivíamos en Alto Jahuel y mi casa quedaba justo detrás de la panadería de mi abuela Nena y cada vez que podíamos nos íbamos a jugar a hacer el pan. Luego de hacer la masa los panaderos ponían el pan en un horno muy grande que tienen y luego nos pasaban el pan que habíamos hecho y lo comíamos calentito.
También había tardes en que con mi hermano Gonzalo sacábamos masa a escondidas de la abuela y jugábamos a tirárnosla, hasta que mi mamá nos pillaba y salíamos corriendo muertos de la risa.
Esto es de los más que me acuerdo de mis primeros cinco años de vida.
II ETAPA
Cuando cumplí 6 años mi vida tuvo un cambio importante. Primero me gradué del Comunica, luego de mi Jardín Infantil, junto con mi hermano.
Todo el mundo estaba emocionado, ya que entraba en otra etapa, ya no viajaría a Santiago por las mañanas ni tampoco iría al Jardín por las tardes.
En la graduación del Comunica estaban mis amigos, que algunos no podrían ir al colegio todavía y tendrían que quedarse un tiempo más. Nos regalaron un libro, Mi Primer Diccionario se llama, todavía lo tengo guardado.
Mi mamá me contó que mi hermano y yo iríamos a un colegio que quedaba un poco lejos de mi casa, pero que le había gustado mucho. La tía Francisca del Comunica la había acompañado a verlo.
Luego de dar un examen de admisión, donde me lo lloré todo, quedé para entrar a Kinder y mi hermano Gonzalo a Pre-Kinder, el colegio se llamaba Colegio San Felipe Diácono.
Me acuerdo del primer día de clases, mis papás estaban muy emocionados y yo asustada, aunque tenía un año más que mis compañeros, no conocía a nadie y no entendía muy bien lo que hablaban.
Mis primeras profesoras fueron miss Karina y miss Nancy, según mi mamá era todo un desafío para ellas tenerme a mí en clases, ya que nunca habían tenido una alumna sorda.
Entre al kinder un año más grande que mis compañeros, ya que en el Comunica pensaban que sería mejor para mí, por que yo hablaba muy poco.
Mis compañeros eran simpáticos y jugábamos en los recreos y me preguntaban que tenía yo en las orejas y por qué usaba audífonos.
A pesar de estar en el colegio, el Comunica no me dejaba sola. Ahora ellos venían a hacerme clases al San Felipe, para que yo no me cansara tanto. Como estaba más grande tenía otra profesora, la tía Andrea Cárdenas, ella vino un día al colegio y conversó con mis compañeros en mi sala y les explicó todo lo que me pasaba y por qué yo usaba audífonos.
Fue súper Bueno porque nadie más me preguntó nada.
A mitad de ese año otra profesora vino a enseñarme lenguaje, era la tía Marcela, me enseñaba a hablar y a leer con mucha paciencia, porque yo era un poco floja y no me gustaba estar tanto rato trabajando.
Era entretenido estar en el colegio, porque hacíamos muchas cosas, tenía Educación Física, Arte, Música y me encantaba ir a la sala de material concreto.
También me gustaba mucho disfrazarme para las Fiestas Patrias, me acuerdo que en Kínder no tocó un disfraz de pascuense y me hicieron un collar de flores y un cintillo, al Gonzalo le tocó de lo mismo, pero se puso un cintillo de plumas en la cabeza.
Lo que no me gustaba mucho era trabajar con mi mamá todos los días, para repasar lo que había hecho en el colegio, era muy latoso, pero no podía escaparme de eso, ya que la mamá no me dejaba, me decía que era por mi bien para que aprendiera más.
A fines de ese año 1997 nos fuimos de vacaciones a Panguipulli, me acuerdo muy bien porque pescamos muchas truchas con mis hermanos y mi papá, también porque en ese verano la selección chilena de fútbol le ganó a la selección de Inglaterra como visita, por 2 goles a 0, los dos goles fueron de Salas.
A mí me encanta jugar fútbol, aunque a mi mamá no le gustaba que lo hiciera. Mi tío Juan Carlos, que es mi padrino y es papá de mi primo Guillermo, me enseñó a jugar y a dar pases, siempre hacíamos partidos los fines de semana en su casa. Éramos siempre los cuatro: mi hermano Gonzalo (Gonchi), mis primos Guillermo y Amanda y yo.
Lo pasábamos tan bien, mi tío hacía de árbitro y a veces me tocaba jugar al arco, aunque yo prefiero ser delantera.
Todos somos fanáticos de la Universidad de Chile, menos mi papá que es del Colo Colo y no se puede convencer que sus hijos fueran de U, pero es que mi tío Juan Carlos es de la U y cuando se podía nos llevaba al estadio y todo eso, a sí que a mi papá no le quedó más remedio que aceptarnos y siempre nos dice que nadie es perfecto.
Cuando mi mamá notó mi gusto por el fútbol, lo primero que hizo fue meterme a la Academia de Ballet en el colegio!!!
Yo no lo podía creer, toda vestida de rosado con un moño alto y zapatillas, era el colmo. Tenía que ir una vez a la semana a practicar, lo bueno era que conocí a más niñitas y después de un tiempo no era tan malo.
Lo mejor de todo eran las presentaciones de fin de año, toda mi familia me iba a ver bailar, era entretenido los pasos y el tutú y la coronita y los aplausos.
Pero igual después de 2 años en el Ballet, le dije a la mamá que no quería ir más, porque quería hacer deporte así que cuando estaba en primero básico me metía a atletismo.
Ya estaba más grande, estaba aprendiendo a leer y el horario de clases era más largo, salíamos a las 15:45 y tenía que almorzar en el colegio.
Muchas personas pensaron que me costaría aprender a leer, pero menos mal que no.
Antes de terminar el año ya estaba leyendo, y al leer aprendí más palabras y podía saber cosas nuevas, eso era muy bueno, la mamá estaba contenta, pero yo prefería las matemáticas.
Cuando estaba en primero, me hice muy amiga de un compañero de curso, su nombre era Justo Tomás siempre nos veíamos, ya sea en su casa o en la mía.
Nos gustaba jugar a la pelota o play o veíamos películas de monitos. También nos gustaba jugar con el computador.
En el colegio siempre andábamos juntos, también me ayudaba en clases cuando yo no entendía lo que el profesor estaba hablando (que era bastante seguido).
Yo no sé por qué a Justo Tomás le entendía todo, era fácil conversar con él. Siempre era el primero en llegar para mi cumpleaños, me ayudaba a pagar las velas y me empujaba la cara contra la torta.
Creo que después de Guillermo, él era mi mejor amigo.
Yo tenía 7 años cuando mi mamá tuvo a mi hermano Benjamín, era tan amoroso, aunque a veces era un poco llorón.
El Benja nació el 24 de Febrero de 1999, mi mamá antes de tenerlo estaba súper gorda y ya no daba más con su guata ni con el calor que hacía.
Todos estábamos felices con la llegada de un nuevo hermano, sobre todo la Macarena, porque lo tomaba cada vez que podía en brazos y lo regaloneaba y lo malcriaba y lo besaba, etc.
Ahora mi mamá tenía menos tiempo para estar conmigo, después del colegio y con el Gonzalo en kínder y mi hermano recién nacido, tuvieron que aumentar las horas de clases con la tía Marcela, y para que yo no tuviera que trabajar tanto en las tardes, decidieron que lo mejor era sacarme el ramo de inglés y ocupar esas horas para reforzamiento.
Según ellas, para aprender a hablar mejor.
También el año 1999 fue muy importante para mí, ya que participé en mi primer campeonato de atletismo.
Nunca había participado en uno y menos mi hermano Gonzalo, a mí me tocó los 50 metros y el lanzamiento de la pelotita y a mi hermano salto largo y 50 metros.
Nos fue bastante bien para ser la primera vez, ambos ganamos en nuestras pruebas y recibimos las primeras medallas de nuestra vida. Nunca lo olvidaremos, fue en el colegio Almenar del Maipo y las medallas eran de madera!!!
Las tenemos colgadas en nuestra pieza como nuestros primeros tesoros.
Cuando pasé a 2° año la cosa se puso un poco más difícil para mí. Tenía que leer mi primer libro, estudié mucho para esa prueba pero me fue bien.
El problema era que ahora era más materia y tenía que aprender cosas que yo nunca había visto.
Me pasaban haciendo pruebas de audición, audiometrías impedanciometrías, test de desarrollo del habla, etc. Se supone que en el habla hay seis grados de desarrollo y yo estaba pegada en el cinco.
Después de mucho pensarlo mis papás y conversarlo con especialistas, llegaron a la conclusión de que lo mejor para mí sería una operación.
Averiguaron en Estados Unidos y les dijeron que por mi entrenamiento auditivo, un implante coclear sería bastante bueno para mí. A pesar de que yo tenía muchos años (8) y esa operación era óptima en niños de 3 años para abajo.
Los papás junto con las tías del Comunica se decidieron a hacerme el implante, así que el 8 de agosto del 2000, a las 8 horas en punto de la mañana, me operaron.
La operación consistía en ponerme unos electrodos en la cóclea y a través de un procesador poder entender mejor los sonidos y sobre todo el habla.
Más de 5 horas duró la operación, mis papás se paseaban por toda la clínica, como siempre toda mi familia estaba conmigo, mis hermanos y hasta las tías del Comunica.
Cuando salí del pabellón les avisaron a todos que la operación había sido un éxito y si todo estaba bien, me podría ir a mi casa en tres días.
Pero no fue así, no sé qué me pasó, pero estuve con mareos y viendo doble como 4 días y me contaron que mientras yo dormía me fue a ver un compañero del colegio y me dejó una carta para que yo supiera que él había estado ahí.
Mi mamá se quedó todas las noches conmigo y mis hermanos con mi papá me iban a ver todos los días.
Luego de 6 días hospitalizada pude por fin irme a mi casa y me acuerdo que el Gonchi con Guillermo me preguntaban a cada rato si ahora yo podía oír.
Falté 2 semanas al colegio y cuando volví tenía que estar con un tremendo parche en la oreja izquierda, era una lata, pero todos se preocupaban por mí y se los agradezco.
Pasaron 30 días después de la operación y llegó el momento de la verdad. Era hora de conectarme la parte externa de mi implante y encenderla para ver que tal escuchaba.
Me acuerdo que duró como 2 horas de hacer unos ajustes y lo prendieron. Al principio fue súper raro, yo no entendía nada, había mucho ruido, mi mamá tenía otra voz, sentía a la gente que conversaba cerca de mí, hasta pude sentir el ruido que hace el papel cuando uno lo arruga con la mano.
Yo jamás había sentido esos ruidos, era bien raro estar con tanta bulla. Todo esto ocurrió en la Clínica Las Condes, con mi mamá bajamos un momento a la cafetería para descansar un rato y no podía creer que todo sonara, la gente hablando, los zapatos de las personas al caminar hacían ruido, etc.
Después de todo eso venía el siguiente paso que era mi rehabilitación con el implante, o sea todo de nuevo, era como comenzar de cero.
Tenía que volver a mis clases en el Comunica 2 veces por semana, más las clases de la tía Marcela, más el Colegio y sobre todo más mi mamá….
Todo fue muy agotador, yo creo que para todos, pero era lo que tenía que hacer y no había otra forma.
Empecé a viajar a Santiago otra vez, pero ahora mi profesora era la tía Andrea Cárdenas, y trabajábamos solas las dos y luego conversábamos mucho de cualquier cosa. Ella me contaba cosas de ella y yo mías.
Logré poder escuchar a través de una puerta o de una habitación a otra y la Andrea me inició en la práctica de poder hablar por teléfono.
Toda una proeza para mí.
III ETAPA
Cuando cumplí 9 años, ya estaba en tercer año básico en el colegio, mi profesora era miss Olguita. Me acuerdo que ese año nos mezclaron a todos con los del tercero B, así que tuve nuevos compañeros.
Al principio nos dio un poco de pena, pero después nos acostumbramos y lo pasamos muy bien.
Yo seguía siendo muy amiga de Justo Tomás y nuestras mamás también son muy amigas y nos veíamos bien seguido.
Pero ese año fue el ultimo que estaríamos juntos, porque él se cambió de colegio al Carampangue y ya no nos vemos mucho.
En mi casa todo seguía muy bien, Benjamín estaba más grande y era el regalón de todos nosotros.
Ese verano antes de entrar al colegio nos fuimos de vacaciones a Reñaca, invitamos a Guillermo y la Amanda para que fueran con nosotros, era demasiado entretenido. Jugábamos todo el día.
Luego en el invierno de ese año mis papás recibieron una noticia, mi hermanito Benjamín también era sordo como yo.
Rápidamente lo llevaron al Comunica y le pusieron audífonos, lo bueno de todo era que no era tan sordo como yo y no necesitaría un implante.
Lo bueno también era que yo ya no sería la única sorda de la familia y que viajaríamos juntos al Comunica.
También lo pusieron al jardín del colegio San Felipe y se creía la muerte, porque usaba buzo del colegio igual que nosotros.
En el colegio me iba bien, con el implante escuchaba mejor, igual soy sorda pero ahora me esfuerzo menos en entender a mis compañeros y a los profesores.
También gracias al implante puedo escuchar música, me encanta el sonido de la batería o la guitarra eléctrica. Cuando veo televisión entiendo algo más lo que están diciendo.
Cuando pasé a cuarto año me ocurrieron varias cosas interesantes, lo más importante que me ocurrió fue que hice la primera comunión con todos mi compañeros.
La ceremonia fue muy bonita, hasta me tocó leer unas palabras, no sé como lo hice, sólo me acuerdo que no estaba nerviosa y que toda mi familia estaba muy contenta por mí.
También me ocurrió que ya no tenía tanto interés en el atletismo, cada vez me costaba más correr.
Así que preferí retirarme de los entrenamientos semanales y sólo participar cuando las profesoras lo necesitaran. Preferí seguir acompañando a mi hermano Gonzalo a los torneos, él es una gran atleta. Siempre ha ganado en las carreras que participa, su especialidad es la resistencia, tiene 32 medallas colgadas en su pieza es súper bueno. Pero también es súper buen hermano.
Estoy orgullosa de él, porque le gusta el deporte y hace de todo.
A todos en mi familia les encanta el deporte, cuando mi papá estudiaba en la Universidad era seleccionado de básquetbol y empezó a enseñarme a jugar y a controlar la pelota.
En esos momentos en que jugaba con él me di cuenta de que lo mío era el básquetbol. Realmente me gusta mucho, lo único malo es que en curso a ninguna mujer le gusta jugar a este deporte así que jugaba con mis compañeros en los recreos.
Pasó otro año escolar y ya cuarto básico se estaba terminando, en la ceremonia a fin de año me dieron una sorpresa muy grande, me gané la medalla al mejor Espíritu San Felipe. Estaba muy feliz y mis papás también.
Durante ese verano nos fuimos de vacaciones a Puerto Varas a la casa de una hermana de mi mamá, la tía Marlen. Fuimos todos, hasta nos acompañó el pololo de mi hermana Macarena, llevan más de tres años juntos y él es muy bueno y simpático.
La casa de mi tía era súper grande y bonita. Tenía una vista preciosa al lago Llanquihue y al volcán Osorno, todos los días bajábamos a la playa que era sólo para nosotros y nadábamos con mis primos Alejandro, Javiera y Felipe.
Por las tardes tomábamos nuestras cañas y salíamos a pescar, generalmente al río Petrohue o al río Río Pescado. Cuando llegábamos a la casa limpiábamos las truchas y mi papá las cocinaba. A mí no me gustan mucho, yo prefiero pescarlas y luego devolverlas al río. Eso es lo que hacemos siempre pero si la pesca es buena, nos llevamos 2 o 3 para comerlas a la plancha.
También se encontraba en Puerto Varas un hermano de mi papá que trabaja en esa zona, en ese tiempo estaba en el hotel de Petrohue, su nombre es Mauricio o Mauri o Morrison como le dice el Gonchi.
Mi tío tiene un trabajo muy entretenido, él es guía de montaña e instructor de pesca con mosca o sea fenomenal para nosotros. El siempre nos enseñaba lugares nuevos, donde para poder pescar había que caminar mucho para llegar a un lago escondido entre algún bosque. Como dice mi mama es un especialista en turismo tortura.
Otro año más y pasé a 5° básico, tenía profesores nuevos para todos los ramos.
Cuando empezaron las clases me pasó lo que más yo quería en el mundo, ¡me aceptaron en el equipo de básquetbol femenino de mi colegio!!
Mis compañeras de equipo son de cursos más grandes que yo, juegan conmigo niñas de hasta 4° medio, son todas súper buenas y simpáticas.
Entrenamos todos los lunes hasta el día de hoy. Nuestro entrenador es el profesor Marcos, lo pasamos muy bien y hemos jugado varios partidos con otros colegios.
También hicimos un campeonato de 4 por 4 entre nosotras dentro del colegio y salimos campeonas. Eso fue súper bueno.
Como tenía tantas actividades en el colegio, le pedí a mis papás si era posible no ir más al Comunica, estaba muy cansada de viajar a Santiago, había algunas veces en que llegaba a i casa a las 9:30 de la noche muerta de sueño. Y tenía que estudiar para el otro día o hacer alguna tarea y estaba muy cansada.
En el Comunica lo entendieron muy bien y mis papás me apoyaron. La tía Andrea que era mi educadora le dio un poco de pena dejarme, pero dijo que yo ya estaba grande y que tenía que llamarla si necesitaba conversar o sólo para vernos.
Por ese año no más Comunica, ni viajes a Santiago. Solamente me quedé con las clases de Marcela y las del Colegio. Pero tengo que ir dos veces al año para que me programen el implante.
Otra cosa que me ocurrió a comienzos del 5°año es que me encontraron una desviación en la columna y el especialista me dijo que tengo escoliosis, por lo que tenía que usar un corse corrector por varios años, por lo menos hasta que dejara de crecer.
No lo podía creer, estaba tan enojada, siempre me pasaban cosas a mí. Mi hermana nunca ha tenido ningún problema físico y Gonzalo tampoco, tienen mucha suerte.
Un día que estaba muy enojada con todas las cosas que me pasan le pregunté a mi mamá porque yo soy sorda, que quería saber por qué.
Mi mamá me dijo que por un problema genético, pero yo insistía en por qué, ¡por qué a mí!
Fue entonces cuando mi mamá me quedó mirando y me preguntó ¿por qué eres tan bonita? ¿por qué eres tan inteligente? ¿por qué eres buena para el básquetbol?
Yo no supe qué contestarle. La mamá me dijo que porque así es la vida y algunos somos de una manera y otros de otra.
Pero la rabia se me pasó luego y uso mi corsé sólo en la casa y para dormir en las noches. Por lo menos el doctor me dijo que estoy mejorando de mi columna y que al parecer no necesitaría de una operación.
Lo mejor del término de año como siempre fueron las vacaciones, esta vez nos fuimos todos juntos con unos amigos-tíos que yo tengo aquí en el colegio.
Sólo una familia es de mi curso, que son los Aracena-Venturini así que estaba Franco Aracena que es mi compañero y Cristóbal (Tino) que es compañero de mi hermano. Nos fuimos 1 semana a Guanaqueros a las cabañas de la tía Carmencita que también son del San Felipe.
Cuando llegamos a la playa habían varias personas conocidas, así que nos juntábamos todos y era entretenido. Una noche partimos como a las 10 de la noche a Vicuña por que fuimos a ver las estrellas en un telescopio que hay en un observatorio. Dicen que ésa es la mejor hora, la noche era muy bonita y vimos la luna, Marte y los anillos de Júpiter.
También en la playa hacíamos body-board y mi hermana Macarena le encantó y no salía nunca del agua.
Luego nos fuimos a Vichuquen. Yo no lo conocía. Ahí fuimos a la casa de una prima de mi mamá.
Mis primos me enseñaron a hacer sky acuático y después de haberme caído muchas veces, logré hacerlo. También nos subimos al banano y al picarón que es como un flotador gigante que te tiran con la lancha y vas a toda velocidad. Al Gonchi fue lo que más le gustó.
Ahora estoy en 6° año y estoy muy contenta, porque tengo muy buenas amigas en mi curso y todos mis compañeros son simpáticos.
Además me junto mucho más con mis compañeras, conversamos en el colegio y por messenger. Las quiero mucho.
Una de las cosas más entretenidas que hemos hecho en el año 2004 fue ir a Vertical con los sextos A y B juntos, éramos un solo curso, eso me gustó mucho.
Los profesores que nos acompañaron fueron el profesor Claudio y miss Pilar.
Tuvimos de todo, lluvia, juegos, caminatas, mis amigos cocinaron (yo preferí armar las carpas), todos estábamos muy felices y se nos pasó el tiempo muy rápido, yo no me quería venir. Me encantaría haberme quedado una semana. Lo más emocionante fue que por la lluvia no pudimos dormir en carpa y por la noche bajamos el cerro para llegar a la cabaña. Nos dio mucha risa la bajada, porque no veíamos nada y todo eso no lo olvidaré.
A parte del básquetbol en el colegio durante el segundo semestre, se formó un equipo de fútbol femenino que lo dirige el profesor Igor y por supuesto yo también me inscribí y entrenamos todos los viernes. Estoy contenta.
Mi sueño cuando grande es poder ser profesora de Educación Física. (O jugar básquetbol en la NBA????)

Por: María José

Comunica - Testimonioa - María Jesús